El poder destructivo del plástico en nuestros océanos
En los últimos años, el problema del plástico en nuestros océanos ha cobrado una enorme relevancia. Los científicos calculan que cada año se vierten al mar más de ocho millones de toneladas de plástico, y que si no tomamos medidas drásticas para frenar esta tendencia, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar.
Pero, ¿cuál es el verdadero poder destructivo del plástico en nuestros océanos? En este artículo, exploraremos los distintos efectos que tiene la presencia de plástico en el medio marino.
El plástico y la fauna marina
Cuando un animal ingiere plásticos, la mayoría de las veces muere a causa de ello. Según Greenpeace, cada año mueren más de un millón de animales marinos por culpa del plástico. En muchos casos, los animales se sienten atraídos por el plástico porque lo confunden con alimentos.
Las tortugas, por ejemplo, suelen pensar que las bolsas de plástico flotando en el mar son medusas, un alimento que se encuentra en su dieta habitual. Cuando las ingieren, no pueden digerirlas y quedan atrapadas en su sistema digestivo, causando una obstrucción que les impide comer y respirar.
El plástico y la cadena alimentaria
El plástico no afecta solo a los animales que lo ingieren directamente. Cuando el plástico se descompone en el océano, se convierte en pequeñas partículas conocidas como microplásticos. Estas partículas pueden entrar en la cadena alimentaria marina a través de organismos que las ingieren sin saberlo.
En última instancia, los microplásticos pueden acabar en nuestro plato. Un estudio realizado en 2016 reveló que un tercio de los pescados que se venden en los mercados de Asia tenían microplásticos en su interior. Es solo cuestión de tiempo que estos microplásticos se extiendan a todo el mundo.
El plástico y la economía
Uno de los efectos menos conocidos del plástico en los océanos es su impacto en la economía. Los daños que causan los vertidos de plásticos son enormes, y los costes los suelen asumir los pescadores y las empresas pesqueras. Además, los turistas suelen evitar las playas contaminadas por basura, lo que afecta negativamente a la industria turística.
Pero, ¿cuáles son las soluciones a este problema?
En primer lugar, es fundamental reducir el consumo de plásticos. Los gobiernos y las empresas deben tomar medidas para reducir la producción y el uso de plásticos de un solo uso, como las bolsas y las botellas de agua.
También es importante desarrollar tecnologías que permitan reciclar los plásticos que ya se han vertido al mar, y limpiar los vertidos que se produzcan en el futuro. Muchas organizaciones están ya trabajando en el desarrollo de sistemas de limpieza de los mares.
En resumen, el plástico en nuestros océanos es un problema enorme que debemos abordar de forma inmediata. Si no tomamos medidas para resolverlo, el futuro de nuestros océanos y de nuestra propia seguridad alimentaria estará en peligro. Así que, la próxima vez que veas una bolsa de plástico en el suelo, piensa dos veces antes de ignorarla. ¡Tú también puedes formar parte de la solución!
El océano es un plástico
Desde la invención del plástico, la situación en nuestros océanos se ha vuelto terrible. Cada año se vierten al mar más de ocho millones de toneladas de plástico, que pueden semejar una película de Hollywood. Pero la realidad es que la situación es mucho más dramática y amenazante que una trama de película.
El plástico les quita la vida
Los animales marinos no se fijan si algo es artificial o natural, ellos se guían por su instinto. Pero cuando el plástico se ensarta por accidente en sus vidas, los matan con una eficiencia perturbadora. Greenpeace calcula que cada año, los plásticos le quitan la vida a más de un millón de animales marinos.
Es triste ver cómo los animales se sienten atraídos por los plásticos, ya que confunden bolsas con medusas o restos de envoltorios con algas. Lo triste es que la mayoría de estos animales, acaban muriendo por algo que no necesitan para vivir.
El plástico, de boca en boca
La cadena alimentaria del mar es larga, compleja y sabrosa. Pero con el plástico cerca, los niveles de toxicidad aumentan y todo se vuelve cuesta arriba para los más pequeños.
Los microplásticos no son microbeads, pero igual de peligrosos. Estas partículas pueden acabar en la cadena alimentaria marina a través de organismos que las ingieren sin saberlo. Los pescados, por ejemplo, consumen plástico fragmentado, lo que puede provocar problemas en su organismo.
El problema es que los microplásticos llegan a nuestro plato. Un estudio del 2016 reveló que un tercio de los pescados tenían microplásticos en su interior. Al final, la cadena se enfoca en nosotros, y la pregunta es ¿hasta cuándo dejaremos de consumir plástico?
El plástico, además de matar, se lleva el dinero
Los daños que causan los vertidos de plásticos son mayores en lo económico. Los pescadores y las empresas pesqueras, que están destinados a la producción de alimentos, son los que más sufren las consecuencias.
Además, los turistas evitan las playas que están contaminadas por basura, algo que afecta negativamente la industria turística. Las cadenas productivas son más frágiles de lo que pensamos y en este caso, sin los pescadores y las empresas pesqueras, muchas familias se quedarían sin trabajo.
La solución no está en la magia, está en nosotros
La solución a este problema es muy sencilla. Debemos reducir el consumo de plástico. Los gobiernos y las empresas deben tomar medidas para reducir la producción y el uso de plásticos de un solo uso, como las bolsas y las botellas de agua.
También es importante desarrollar tecnologías que permitan reciclar los plásticos que ya se han vertido al mar y limpiar los vertidos que se produzcan en el futuro. Muchas organizaciones están ya trabajando en el desarrollo de sistemas de limpieza de los mares.
El plástico en nuestros océanos es un problema enorme que debemos abordar de forma inmediata. Si no tomamos medidas para resolverlo, el futuro de nuestros océanos y de nuestra propia seguridad alimentaria estará en peligro. Así que, la próxima vez que veas una bolsa de plástico en el suelo, piensa dos veces antes de ignorarla. ¡Tú también puedes formar parte de la solución! Y recuerda, el océano es un plástico. ¡No alimentemos al plástico y salvemos los mares!